Las decisiones que tomas moldean tu destino.

Uno de los factores principales de nuestro cuerpo es la  alimentación, ya por el siglo XIX, Jean Anthelme Brillat-Savarín adelantaba aquello de “Dime lo que comes y te diré quién eres”.

A menudo, estamos expuestos a tomar decisiones cada segundo, con cada cosa o persona que pasa ante nosotros, pero… ¿nos paramos un momento a mirar nuestra forma de vida?, ¿cómo nos sentimos? ¿de qué manera nos alimentamos? 

Tomar decisiones es comprometerse, y qué mejor que con nosotros mismos. Es importante llevar unos hábitos saludables, con pautas de alimentación recomendadas, estableciendo una calidad de vida. Ya que una mala alimentación es el desencadenante de diferentes enfermedades y problemas de salud como la anemia, la hipertensión, el exceso de peso, las enfermedades cardiovasculares, etc.

¿Qué quiere decir comer bien?

Comer mejor es comer más sano, más sostenible y más bueno. En la actualidad tenemos claro que estos tres conceptos van unidos, pero también hay que tener en cuenta otras variables.

  • Sano: para que un alimento sea sano debe ser seguro, comerse en la suficiente cantidad dependiendo de cada persona.
  • Sostenible: que sea ecológico y económico para poder llegar a fin de mes.
  • Bueno: por último, para que un alimento sea bueno tiene que ser ético, significativo y estimulante. “Encontramos más bueno aquello que está más cerca de nuestros valores y lo disfrutamos más cuando sabemos qué significado tiene la comida y está rico para el paladar”

Para ello, es aconsejable hacer 5 comidas al día: desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena. De esta forma, repartiremos nuestras calorías y tendremos una sensación de saciedad mucho antes.

Esto ayuda a tu bienestar, no solo en lo alimentario, sino también en el funcionamiento de tu organismo, la musculatura intestinal será más activa, tu cerebro funcionará al 100% al proporcionarle una mayor energía, y tu cuerpo en sí, se sentirá más confortable que antes.

Además, como complemento adicional, el mejor amigo de una vida saludable es el ejercicio físico. Comer bien también necesita quemar aquella energía que ingieres de más. Basta con 30 minutos de actividad física moderada al día para asegurarse estos beneficios.

“Comer es una necesidad, pero comer de forma inteligente es un arte.”

La báscula como daño colateral

Nuestra vida se construye a partir de la toma de decisiones, y la gran mayoría de las veces, no somos conscientes de la magnitud que cada decisión tomada representa para lo que somos como persona y para nuestro futuro. Por eso, es importante seguir los pasos anteriores y vigilar nuestra alimentación.

Nuestro peso está formado por grasa, músculo, agua y huesos.Cuando nos descontrolamos en lo que comemos, podemos ganar entre un kilo y un kilo y medio semanal de peso, derivado principalmente de la grasa .Pero también podríamos coger peso como consecuencia de la retención de líquidos (menos movimiento, aumento de la ingesta de sal…) e, incluso, experimentar una pérdida de músculo si no nos mantenemos activos, lo que, paradójicamente, se traduciría en una pérdida de peso.

 En resumen, no es tanto el peso que se pueda ganar sino el cambio en la composición corporal, resultado de tomar malas decisiones y no tener una dieta equilibrada y que, en definitiva, es reflejo de un peor estado de salud en general.Es importante saber que la necesidad de comer determinados tipos de alimentos o de picotear no se debe a un hambre “real” sino que tiene que ver con la ansiedad derivada de la situación.

Ataques de hambre: estrategias para no sucumbir 

Un truco que a mí personalmente, me ha funcionado muy bien es: poner un cartel en la nevera o en la despensa que diga algo así como “¿Me visitas por hambre o por aburrimiento?”. Es una estrategia muy sencilla pero eficaz, ya que genera un ‘choque’ o ‘impacto’ al ir a comer algo y obliga a escuchar a nuestro cuerpo para saber si de verdad tiene hambre. 

Por otro lado, recomiendo reducir las tentaciones en casa, es decir, no comprarlas, ya que otro lema que funciona bien en estos momentos es el de “ojos que no ven, michelín que no crece”. En definitiva: no tener a mano productos insanos para, así, no comerlos”.

Y si llegamos a una comida con mucha hambre, se puede hacer un picoteo saludable con encurtidos, embutido magro, latas de pescado tipo berberechos, infusiones o caldos, crudités de verduras o similares. De esta forma se calma ese agujero angustioso que a veces produce el hambre.

 También es efectivo comer más despacio y masticar adecuadamente. Y, por último, planificar las comidas: la improvisación o la pregunta constante de ‘¿y qué comemos hoy?’ puede llevarnos a escoger platos que sean más del tipo fast food. Este es un buen momento para practicar el batch cooking (cocinar una tarde para toda la semana)”.